sábado, 19 de agosto de 2017

Ahora más que nunca...


Ahora más que nunca necesitamos serenarnos, reflexionar sobre lo sucedido en el atentado de Barcelona y buscar una solución a la situación existente.
En caliente se piensan y se dicen muchas cosas. Y no siempre se es coherente.
No nos podemos dejar llevar por la rabia y la impotencia que sentimos ante estos salvajes asesinatos cometidos por asesinos. Hay que analizar dónde se encuentra el problema de base, para atajarlo.
La educación desde la escuela es un factor primordial para evitar que en un futuro, el niño o adolescente, se convierta en un fanático radical.
Los adultos debemos dar ejemplo a los más jóvenes, y éste debe ser un ejemplo de tolerancia, de respeto y de solidaridad.
Hoy día no se tolera, ni se respeta, ni se es solidario en las causas que se debería ser.
Es cierto que se están cometiendo muchas injusticias a todos los niveles: parados de larga duración sin ningún tipo de ayudas, niños que no pueden ser alimentados convenientemente por sus padres, ancianos que no son atendidos como se merecen, leyes de ayudas sociales que no se cumplen, y muchas cosas más que no se incluyen en esta larga lista.
Y también es cierto que la ciudadanía española no percibe las mismas ayudas que otros colectivos no nativos del país, quienes, por el único hecho de serlo, parecen tener privilegios sobre el resto de ciudadanos.
Estos hechos, hacen que el ciudadano de a pie, el que no tiene trabajo, el que no llega a final de mes, el que no percibe ningún tipo de ayudas, se sienta engañado y estafado por las Administraciones públicas. Quienes parecen estar más interesadas en dar una imagen de solidaridad con los de fuera que servir y ayudar a los propios españoles.
Si a todo esto añadimos los atentados terroristas, no es muy difícil entender el enfado de una gran parte de ciudadanos que ven como no reciben el trato que se merecen y al que tienen derecho.
No se puede juzgar a todo un colectivo o etnia por los actos de unos pocos, pero si se debe exigir al resto de los colectivos implicados que actúen, que rechacen los actos terroristas, que denuncien a los radicales y en definitiva, que se integren en la sociedad en la que viven.
Por eso, ahora más que nunca, es el momento de actuar. Los colectivos, por un lado, junto a la sociedad en la que desean vivir, denunciando a los radicales fanáticos y, las Administraciones públicas, actuando eficazmente en el control de los sujetos potencialmente peligrosos, así como equitativamente con los ciudadanos españoles que necesitan de las mismas ayudas que se les otorgan a los foráneos, ya que, de no ser así, se estará produciendo un agravio comparativo que no hace sino que provocar malestar, enfrentamientos y rechazo a dichos colectivos que, de manera sutil, acaban siendo los únicos que parecen beneficiarse de las ayudas sociales.
Sé que estos temas siempre resultan polémicos, pues se tiende a dar una imagen “políticamente correcta” cuando se trata de dar una imagen pública, tal como llevan a cabo la clase política. Pero esta clase política parece olvidarse de que quienes les votan son los ciudadanos con derecho a voto, es decir, la mayoría de esos españoles que no son atendidos.
Esta sociedad no necesita políticos hipócritas, tal como parece ser en la mayoría de casos, sino a políticos que sean buenos gestores, o ni siquiera políticos (eso sería lo ideal, que no hubiese políticos), sino profesionales honestos y expertos en cada una de las diferentes áreas de las administraciones públicas.  
Pero mientras tanto la ciudadanía toma consciencia de estos hechos, será ésta la que deberá actuar en consecuencia, buscando las soluciones que los políticos no desean buscar. Siempre desde la tolerancia, el respeto y la solidaridad en todos los casos.
Se está diciendo en las redes y otros medios, que los inmigrantes son los que están realizando los trabajos que los españoles no quieren realizar. Esto no es así en la mayoría de los casos. Quizás pudiera haber sido en otros años atrás… y no creo equivocarme si retrocedo en más de 10 años. Y no es porque los españoles no los quisieran realizar, sino porque los empresarios vieron en la explotación de los inmigrantes la gran oportunidad de obtener mayores beneficios que con trabajadores españoles, que tienen una mayor cualificación laboral y por consiguiente, un salario más acorde a su cualificación.
Actualmente, los españoles en paro de larga duración, no tienen manera de competir por un puesto de trabajo donde puede estar un inmigrante, por la sencilla razón de que el inmigrante seguirá en dicho puesto durante todo el tiempo que decida el empresario o empleador, mientras que el trabajador español con una mayor cualificación, buscará un puesto de trabajo acorde a su categoría profesional o cualificación y por tanto, con un salario digno que le permita poder vivir dignamente.
Ya sé que algunos me van a criticar, pero lo que acabo de exponer son hechos reales contrastados a diario. He visto y conozco a varias personas en paro que han buscado trabajo que estaba muy por debajo de su categoría profesional o cualificación, y son rechazados sistemáticamente por los motivos ya comentados.  Todo ello sin contar con que, al no tener personas a su cargo por ser solteros, no reciben ningún tipo de ayuda.
Y es aquí donde entra la responsabilidad de todos: de los trabajadores, de los empresarios y de la Administración. Sí, ya sé que algunos me dirán que me he olvidado de los sindicatos… No, no me he olvidado, es que para el caso es como si no existieran, o en todo caso son una extensión más de los gobiernos nefastos que nos han llevado a la situación actual.
Así que, viendo el panorama actual, sólo nos queda reflexionar y decidir qué es lo que queremos para nosotros, nuestros hijos y nietos, porque si no se actúa con decisión y con coherencia, la situación va a ir de mal en peor.

José Luis Giménez

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