martes, 18 de abril de 2017

La injuria y la calumnia



Hay quien cree que el no hacer caso a las injurias y calumnias emitidas por individuos deleznables es la mejor solución al problema. Pero eso no siempre es así. Dependiendo del cómo, del cuándo y el dónde, la injuria o calumnia no puede quedar impune. Y para ilustrar lo que quiero expresar, nada mejor que contar una pequeña historia.

 
Había una vez una mujer despechada, la cual había estado intentando por todos los medios atraer a un hombre apuesto y el cual no le hacía caso.

Desesperada por los constantes rechazos del hombre del que estaba prendada, urdió un plan para que, si no podía conseguirlo ella, que no lo consiguiera nadie. Así que empezó a escribir notas difamándolo en público, acusándolo de maldades y esparciendo todas esas notas por la calle.

Apenas quedaba nadie en la ciudad que no hubiese tenido conocimiento del contenido de dichas papeletas, por lo que mucha gente que no conocía personalmente al injuriado y calumniado se hicieron una imagen muy negativa de la persona, y con tan sólo con escuchar decir su nombre, ya se imaginaban que tipo de mala persona debería de ser.

El indignado, injuriado y calumniado hombre, consiguió llevar a la mujer despechada ante el juez, y éste, ante la prueba del delito, condenó a la mujer a recoger todas y cada una de las notas y papeletas que había esparcido por toda la ciudad, calumniando al hombre que no le había hecho caso.

La mujer, inquieta y ahora temerosa de la justicia, le respondió al juez que ¡eso era imposible! Ya no podía recoger todas las notas y papeletas que esparció por la ciudad, pues el viento las fue esparciendo aún más y más... y ahora ya no sabía hasta donde habrían llegado.  

Ante la respuesta de la condenada, el juez le respondió: Pues igual que ahora ya no puede recoger y retirar todo el daño que ha causado a este hombre, yo tampoco la puedo absolver; así que la condenó a pagar una gran suma de dinero en concepto de daños morales, así como a hacer pública la condena para que todos supiesen de la mala fe y bajeza humana de dicha mujer.

Así pues, no basta con hacer caso omiso a los injuriadores, calumniadores y trolls de las redes en Internet, pues igual como en el caso de esta historia, las “papeletas” se han esparcido por todo el planeta, puesto que Internet llega a cualquier parte del mundo. Lógico y justo es que quien haya injuriado y calumniado pague las consecuencias hasta sus máximas repercusiones.

© 2017 José Luis Giménez