lunes, 9 de enero de 2017

La pastilla de la felicidad


Estás mal, te sientes mal, ves que las cosas no van bien... y entonces decides hacer algo para paliar dicha situación... ¡Jugar al Candy Crush, Zombie Dash, o al Tetri Blitz! Por poner sólo unos ejemplos.

Y sí, no soluciona nada de tu complicada situación, pero te evades por unos minutos, quizás horas, días, semanas, o lo que es peor... algunos llevan varios años evadidos...

Si se les pregunta por qué están todo el tiempo jugando a dichos juegos virtuales, te responden que cada cual emplea su tiempo en lo que le da la gana..., otros dicen que así no tienen que pensar en cómo buscar una solución al problema... que sea lo que tenga que ser... (Es decir, meter la cabeza bajo la tierra, como hace el avestruz), otros simplemente no dicen nada... no te oyen, siguen jugando.

Evidentemente, ningún problema se resuelve tomando las actitudes antes mencionadas. Los problemas no siempre tienen solución, pero siempre hay que intentarlo, porque si no se intenta, entonces seguro que no tendrá nunca solución.  

El hecho de quedarse en “Stand by” (anglicismo que en español significa: estar en espera), tampoco va a solucionar nada. Nada se soluciona sin hacer nada (aunque esta sea la postura favorita del actual presidente del gobierno).

Así que, cuando los “poderes fácticos” perciben que el público (ya no es necesario llamarlo Pueblo, ni ciudadanía, quizás su mejor calificativo es el de consumidor), es decir, el consumidor, parece despertar de su letargo y empieza reclamar sus derechos, es la hora de sacar al mercado otra nueva “pastilla de la felicidad”, que no es más que otra manera de conseguir que el “público consumidor”, siga en “Stand by” o durmiendo el sueño de los ignorantes.

Mientras el público consumidor siga adicto a las diferentes “pastillas de la felicidad” (video juegos, fútbol, programas de televisión específicos para idiotizar al televidente, casinos, y todo aquello que tenga que ver con la distracción de la mente), todo seguirá bajo control. Únicamente hay que vigilar de que el público consumidor no se despierte, que siga dormido, ignorante. Que continúe participando del “juego democrático” (unos de los juegos más sutiles que existe), votando a los sátrapas y políticos corruptos puestos por los poderes fácticos, reunidos todos ellos en el Capital.

Ahora nos encontramos en uno de esos momentos en que, los juegos destinados al público consumidor, ya no satisfacen a todo el mundo; algunos ciudadanos incluso han empezado a despertarse del sueño de la ignorancia, y quieren exigir sus derechos.

En este estado de cosas, los poderes fácticos lo tienen mal, porque cuando se les presentaba una situación similar, siempre lo solucionaban con alguna guerra que otra. De hecho ya lo están haciendo desde hace décadas... sólo que el público consumidor ya se conoce bien ese juego, y cada vez va a resultarles más difícil a los poderes fácticos seguir “distrayendo” al público consumidor.

Sí, ya sé, han estado fabricando armamento bélico durante muchos años... y eso hay que venderlo; por lo que es necesario crear tantas guerras como sean necesarias para consumir dichas armas, hasta agotar el stock. Y es que mientras sigan existiendo fábricas de armamento, por fuerza seguirán habiendo guerras. Esto es totalmente lógico y evidente. Ningún capital se invierte en fabricar armas para matar, si no es porque previamente se han asegurado de que habrá guerras. Y las guerras se pueden provocar muy fácilmente: conflictos religiosos, territoriales, racistas, etc.

Es por eso que los poderes fácticos necesitan que el público consumidor siga tomándose su pastilla de la felicidad, porque sin dicha “pastilla de la felicidad”, ellos (los poderes de facto) no conseguirían sus fines, ya que el Ser Humano posee la capacidad de raciocinio, siempre que su mente no esté intoxicada por ese tipo de “pastillas de la felicidad”.

© 2017 José Luis Giménez


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