Dice el adagio que, todo
ser humano, para cumplir con su misión en la Tierra, debería tener un hijo,
plantar un árbol y escribir un libro.
Y ciertamente que debería
de ser así; siempre y cuando al hijo se le enseñe a ser una persona honesta y
equilibrada, al árbol se le otorgue las atenciones que necesita y el libro sea
escrito para revelar la verdad o transmitir conocimiento; nunca para manipular
y sumir al lector en la mentira.
© 2016 José Luis Giménez
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