El sabio escoge cada una de sus palabras, mide cada uno de
sus movimientos y sopesa cada una de sus decisiones, porque sabe que nada
sucede por azar.
El sabio no entra en discusiones absurdas ni responde a las
provocaciones, porque sabe que no llevan a ningún lugar.
El sabio no pierde el tiempo en hacerle ver al ciego que no
quiere ver, ni oír al sordo que no quiere escuchar, porque sabe que el tiempo
es muy valioso.
El sabio habla poco, porque sabe que pocos son los que lo
van a entender.
El sabio observa, escucha y reflexiona, porque sabe que
puede aprender de todo.
El sabio aprende a ser paciente, porque sabe que tras la
paciencia llega la respuesta.
© 2016 José Luis
Giménez
No hay comentarios:
Publicar un comentario